Juventud divino tesoro
que lejos se escuchaba decir eso
y sin embargo,
ya estoy pensando en ello.
Los años me están dado alcance,
o mejor dicho,
alcancé a los años,
y con ellos la sabiduría;
aunque mucho de ella
aún no he visto.
Creo que se niega a cruzar la puerta
tal vez porque mi indómito espíritu aún no quiere aferrarse a ella.
Y,
es que a esta edad
cuando aún no coronan mi cabeza
los ríos de plata que danzan al viento,
aún el espíritu no se doblega
y de vez en cuando una brizna de rebeldía asoma en una esquina
y pronto crece como una hoguera al viento,
susurrando con sus muchas lenguas palabras dulces
que resuenan en mi mente a aventura, lozanía, y belleza,
y me aferro a ellas con uñas y dientes
succionando el tuétano a la vida,
cerrando los ojos al miedo,
que me dice todos los no puedo que existen,
o que la pequeña voz que reside en mi cabeza grita
desde el oscuro rincón donde hace ya un tiempo, relegué para ella.
Que la vida es para vivirla,
que ya vendrán años en que,
aunque se quiera, tal vez no se pueda.
Juventud divino tesoro.
Que el tiempo no aún no me alcanza,
correré más,
subiré a los cerros a gritar su nombre,
reiré,
leeré,
probaré sabores extraños,
disfrutaré de lo que la vida me entregue,
hasta que ya no tenga fuerzas,
cuando al fin,
el tiempo me haya dado alcance,
y los pies vayan por delante.