miércoles, 10 de octubre de 2018

ALARIDO INVISIBLE

Gracias querida amiga por inspirarme.




ALARIDO INVISIBLE



Llora.
Grita por la vida que te tocó vivir.
Rasguña con tus manos el destino,
hiérelo con tus golpes de niña.
Débil, sumisa, callada.
Así es como te quieren,
una bonita imagen que mostrar,
pero no para entender.

Sí.

Llora.
Grita por la vida que no te atreves a vivir,
por la agonía que sientes,
por todos los insultos que piensas y que callas día a día.
Muerde la almohada en silencio
acallando la voz que brota de tu pecho y no quieren oir.

Llora.

Bota lágrimas mudas,
libera tu alma,
echa fuera el dolor.
¿Hasta cuándo vas a soportar?

Llora.

Llora porque el mundo te ve y no sabe.
Llora por ese secreto que tú guardas.
Llora por la alegría faltante.

Llora.

Da un grito lastimero.
Grita con todo tu ser .
GRITA.
No calles más.
GRITA hasta que alguien te escuche
GRITA hasta que ya no seas invisible
GRITA hasta que tengas la fuerza para vivir.

Llora

Grita
Lucha
Sobrevive
y
Habla...

...ni una más...


...NUNCA más.







sábado, 6 de octubre de 2018

LANZAMIENTO LIBRO "MUJERES RARAS EN SITUACIONES PECULIARES"

Ayer viernes 5 de octubre hicimos el lanzamiento del libro.  Vinieron   la familia y algunos amigos que participaron en el proceso de este bello proyecto y otros que gustosos quisieron compartir este momento tan especial conmigo, pese a las distancias y dificultades.  Muchas gracias por sus muestras de sincero amor.   Estoy feliz de haberlo podido realizar y de contar incondicionalmente con uds.    Gracias a todos por su apoyo y lean el libro.




Pueden comprarlo en https://www.autoreseditores.com/libro/11820/guillermina-paz/mujeres-raras-en-situaciones-peculiares.html


Puedes tambien leerlo online o descargarlo en nuestra sección Libros, haciendo click sobre la imagen del libro.

lunes, 30 de julio de 2018

YA DE VUELTA

UFF.   Con miles de cosas que hacer, si a penas y si he tenido tiempo de detenerme y escribir un par de lineas.  Qué puedo comentar, bueno, que me tome un tiempo para dedicarme a escribir unos poemas que pronto se irán a un concurso a la ciudad más linda de Chile.   Siii,  a Valdivia.   


Además, full con mi proyecto personal Letras que sanan.  Trabajando con un grupo de hermosas mujeres, con mucho que entregar y mucha vida interior que explorar.   Bellas personas de las que he aprendido, y que creo también haber aportado un granito de arena en su crecimiento personal y reconciliación con ellas mismas. 

También trabajando a concho a ver si este año, al fin, logro editar mi primer libro con cuentos,  lo que realmente será uno de mis tantos sueños hecho realidad.   A penas ya este ok,  les voy a adjuntar los links donde podrán comprarlo o descargarlo tanto en versión papel como ereader.  

Así que como verán no ha sido la falta de cariño o el abandono a ésta, mi pasión oculta,  si no que porque he tenido que dedicar mi atención a otros focos de esta mi vida de escritora,  la que se complementa con la DURA vida laboral,  en la que los proyectos,  casi no me dan tregua.  

Y como toda espera tiene también una recompensa,   les dejo a continuación:




ORÍGENES PARTE CUATRO (r)


Abrió la puerta. Afuera un pasillo oscuro le daba la bienvenida.  El olor a moho y humedad de inmediato se filtraron por su nariz hasta inundar su cerebro.  La  incomodidad se alojó en la boca de su estómago.
—Éste —pensó—,  debía ser el olor de la muerte. —Y de inmediato un escalofrío recorrió su espalda.
El temor que tenía  era ilógico, y sin embargo, era tal, que simplemente no se atrevía a salir, algo le decía que un fin horrible le esperaba. Estuvo unos segundos allí, luchando contra sí mismo, mientras sus  ojos se acostumbraran a la oscuridad que allí reinaba. De pronto, la luz de la Luna se filtró por la ventana, el pasillo pareció ensancharse de inmediato  y cientos de puertas aparecieron a los costados, o al menos, lo que a él le parecían cientos. Tomo aire e intentó dar un paso. Imposible. Sentía los pies de plomo, clavados al piso. El temor le impedía moverse. Una fría gota de sudor rodó por un costado de su cara, trató de aferrarse al picaporte, pero sus manos tiritaban. Trató de llegar a ese lugar en su cerebro donde la razón se alojaba, respiró hondo esta vez tratando de brindarse valor, y se obligó a caminar fuera, a fin de cuentas ¿qué podía ser peor que estar encerrado en un manicomio?  Y dio el primer paso fuera. El frío de aquel lugar lo pinchaba recordándole lo incomodo e inseguro que se sentía allí afuera.   Con cada paso se adentraba más en lo desconocido, y  percibía como la temperatura descendía rápidamente a medida que avanzaba por aquel extraño pasillo. Su sombra en la pared, le hacía recordar a esos sueños de niñez que tanto lo asustaban, lo que sumado a la  gélida luz de luna, y la brisa nocturna que se filtraba por las descoloridas  cortinas de tul lo tenían en una alerta constante.  Algo crujió rompiendo  el silencio que reinaba en aquel lugar.  Su respiración se tornó más rápida. Veía como aparecía un vaho con cada espiración que daba. Debía haber al menos  cero grados de temperatura.  Miró a todos lados,  no había nada ahí, en ese pasillo,  excepto él, su sombre y la luz de la luna.  Su mente debía estarle jugando una mala pasada.
 Se volvió a centrar en su marcha. Tenía la vista puesta en una puerta en particular,  una que llamaba profundamente su atención.  No sabía si era porque era la más descolorida de todas, o porque de algún modo le inspiraba esa sensación de ser algo conocido.
  La inquietud se hacía más y más insoportable. El caminar por aquel lugar había tomado todo su valor. ¿Qué habría detrás de esa puerta? La habitación de otro paciente seguramente.  Pero ¿por qué esta de todas las puertas era la que llamaba su atención? Giró el pomo.  La puerta se abrió lentamente.  Adentro, una habitación de niño le aguardaba.  Caminó, observando todo lo que había en ella, tratando de memorizar cada detalle. En una esquina, un niño pequeño jugaba con unos autos de carrera. El frío del pasillo se coló  por debajo de la puerta, enfriando la habitación rápidamente, distrayéndolo.  De pronto, el  niño detuvo su juego y lo miró. Su cara se desdibujó en un instante y un grito de horror brotó de su pecho, desgarrando el silencio de la noche. Quiso callarlo. Sus manos llenas de sangre,  igual que sus ropas. Miró al niño, ya no estaba, en su lugar sólo una  roída alfombra.    Buscó alrededor.  No había nada. ¿Estaba alucinando? ¿Soñaba?  Se miró las manos y contó...  Seis dedos.  Algo andaba mal. Volvió a contar.. seis. Este era un sueño. Era un sueño. Un sueño.
—Debes despertarte. Despierta. Despierta...
Se sentó en la cama, con esa incómoda sensación de salir de uno de esos sueños que son realmente tenebrosos,  propios de la mente de Hitchcock. ¿Quién era ese niño? ¿Sería Javier? ¿O era Pablo? Recordó que alguien le había dicho que el subconsciente trataba de hablarnos a través de los sueños. ¿Era eso? Era su mente hablándole, susurrando ideas.  Susurros.  Si. Susurros. Gritos silenciosos que se colaban en su mente. ¿Qué debía aprender? O tal vez ¿Qué debía olvidar? ¿Esto era algo normal? Pero a fin de cuentas ¿Qué es lo normal? Lo que es  normal para la araña es caos para la mosca.  ¿Y él qué era? ¿La araña o la mosca?
Miró a su alrededor. No quería seguir leyendo las anotaciones de los cuadernos. Estaba mentalmente agotado con lo poco que había visto de aquel hombre. Estaba loco de remate y lo peor de todo,  también  él estaba comenzando a perder el juicio.  Debía encontrarlo en algún sitio.
Cogió el libro que estaba en el velador.  Un poco de buena lectura podría venirle bien ahora. Miró la portada, sintiéndose atraído por ella.


El único ojo de aquella extraña imagen parecía estar mirándolo a él directamente, leyéndolo, analizando sus pensamientos,  adentrándose en ellos, observándolo desde su interior. Atrayéndolo a la oscuridad que parecía rodearla. Sintió que aquellos filosos dientes se hincaban en su blanda piel,  hasta llegar  a su alma. Un gélido estremecimiento lo recorrió, penetrándo hasta  los tuétanos. Ahogó un grito. Cerró sus ojos apretándolos con toda su fuerza.
—Esto es un sueño.  Es un sueño —Comenzó a decir como mantra, tratando de salir de aquella pesadilla—. Un sueño. Sólo es tú imaginación.  Todo está en tú cabeza, en tú cabeza, en tú cabeza...


lunes, 28 de mayo de 2018

ORIGENES PARTE 3


—…Ya son 240 martes en este crucero de salud mental.  He aprendido a apreciar el arte de comer con cuchara.
—Pero estás mejor ¿no?  ¿Ya no oyes voces, ni  ves  cosas que no están ahí?
—¿Cuándo puedo volver a casa?
—Debes esperar a que los médicos te den permiso.  ¿Qué te dice el doctor?
—Si le digo que estoy sano,  entonces cree que estoy loco.   Y si le digo que estoy loco y veo cosas,  entonces sube mis dosis.  No puedo seguir así.
—Tal vez pueda hablar con el doctor,  decirle que creo que estas mejor.
—Hermanita…Algo nuevo necesita pasar pronto.
Cuanto tiempo hacía de aquella conversación.  ¿Tres semanas? ¿Un mes?  Era tan difícil el poder llevar la cuenta del paso de los días cuando estas encerrado,  cuando todos los días se suceden iguales. 
Blancos.   Igual que mi habitación en ese hospital.  Blancos como esta mi cabeza después de cada dosis de medicamentos.   Blancos como mis manos luego de lavarlas una y mil veces.  Blancos como las hojas del nuevo cuaderno que mi hermana trajo en la  última visita. 
Tomo aire y se decidió. Era tiempo de que pasara algo, había que llenar esos renglones…
— ¿Y eso cómo te hace sentir?
Miles de imágenes desbordando mi cerebro. Gritos continuos de mis otros yo que no se callan. Apáguense. Apáguense.  Por favor, por favor callense. Silencio.  Silencio. Desconéctate. No quiero escucharlas. No quiero escucharlas. Dejen de  burbujear en mí cabeza.  
— ¿Y eso cómo te hace sentir?
—Los medicamentos que me dio… eso ayuda.
—¿Y eso cómo te hace sentir…
—Toma,  aquí van tus tres pastillas…
—¿Y eso cómo te hace sentir...
Todo se fragmenta,  es como una pesadilla que se lleva el acá y el ahora.   Lo divide en partículas microscópicas que se lleva el viento.  Pesadillas despierto.  No sé qué hago  yo y que no.
—El demonio con ojos amarillos. Está aquí, ahora. No. No. No.  No  quiero verlo.  No. No. Nooo. Debo hacer algo, debo hacer algo. Fuera. Fuera. Sal.  Fuera. Noo. Aléjate.  Vete.  Vete ¡¡¡AAH!!!
La puerta del cuarto de abre de improviso. Tres hombres entran en ella bruscamente.  Se oye un ruego:
—No por favor… por favor déjenme. Tuve una pesadilla. ¡Solo fue una pesadilla!  La violencia no es necesaria, no lo es.  Las agujas no son necesarias…..— y todo se oscureció.
—¿Y eso cómo te hace sentir?
—Usted sabe lo que soy. Con lo que le hice.  Usted sabe lo que pasó con el doctor Saelzer…
—Dejaste de tomar tus medicamentos…
—Sabe yo veía cosas, no me sentía bien.
—Te refieres a  delirios.  A los otros yos que veías. Ya hemos hablado de esto. La química de tú cerebro. Como es que tú enfermedad simula voces. Crea imágenes. Te hace creer cosas que no han sucedido. Todas las alucinaciones que me dijiste.¿Pablo Gómez? El demonio de ojos amarillos.
—Pero doctor. Y si los problemas no están en mi cabeza. Y si ni siquiera son problemas…
Tal vez lo que me dicen no es cierto. Yo no estoy loco. No quiero que me manipulen. No más escuchar que lo que veo no es cierto y, que las voces no existen.

—Mamá ¿Por qué me encierran?  Si  existe. Él está allá afuera. En algún lugar hay otro yo. Pero poder escucharlo es lo que me diferencia de él. El no puede. Eso es lo que me hace ser yo. Lo que me hace ser único. Especial. 

Cerró el cuaderno angustiado. No podía creer lo que contenían aquellas líneas.  Ni el sufrimiento de quien las había escrito. ¿Era esto lo que le esperaba? Un encierro permanente. Locura. Total confusión. El letargo de su cerebro. Estar adormilado por el constante bombardeo de los medicamentos. Estaba en el infierno. Había descendido hasta las mismas puertas del Seol. Debía planear su huida.  No podía quedar atrapado en este inframundo.

martes, 15 de mayo de 2018

EL CASO DE LA ESPONJA AMARILLA




—¿Alguien ha visto la esponja amarilla? —Preguntó la mamá,  mientras daba vuelta la cocina buscando la famosa esponja.
—Yo no la he visto —respondieron los niños en coro.
—Pero ¿cómo nadie la iba a ver? Si la esponja no tiene patas pa’ salir caminando sola—.  Dijo molesta la mamá.
Panchito,  que justo pasaba por ahí, y que siempre andaba buscando que investigar, ya  que quería ser policía cuando grande, pensó que este sería su primer caso.  “¿Quién había tomado la esponja?” y otra incógnita mejor aún “¿Dónde la habían dejado?”.   Este sería el primero de los muchos casos que él resolvería,  y lo mejor de todo, era pensar la gran recompensa que recibiría.  De puro pensarlo,  el corazón le dio un brinco.   No podía esperar a comenzar a entrevistar a todos los sospechosos, como había visto que lo hacían los grandes investigadores en los dibujitos animados que tanto le gustaban.  Fue corriendo a su pieza, por un sombrero y lápiz y papel,  y se dirigió a ver a su primer sospechoso,  Efraín, su quinceañero hermano.  Entró a la pieza muy silencioso,  esperando a pillarlo infraganti,  con las manos en la masa, osea con la esponja entre los dedos.  Pero al contrario de lo que él se había imaginado, apenas puso un pie en el cuarto de su hermano, un zapato salió volando, rozándole la oreja izquierda,  y de un solo grito  lo hecho de su dormitorio.
Decidió entonces que su hermano no podía ser el culpable,  por lo que de inmediato se dirigió a  donde su hermana pequeña Adriana.    Ella siempre tomaba sus cosas para jugar con ellas, por lo que seguramente había tomado la preciada esponja de la mamá.  Ella  era su principal sospechosa.   Entro a su  cuarto, arrastrándose a punta y codo,  como lo hacen los soldados o los espías cuando no quieren ser vistos, y se escondió detrás del escritorio.   Ni una mosca volaba.  Se puso de puntillas para poder vigilarla, pero  no estaba, por lo que decidió buscarla en su propio cuarto.   
Cuando entró, su cuarto se encontraba completamente en silencio, ni señas de la pequeña Adriana.  Tal vez estaba escondida donde la mamá guardaba los chocolates.  Dio la vuelta, y cuando iba saliendo del cuarto escuchó una pequeña risita que venía del armario.
—jijijijijijijiji
—Ya te escuché Adriana. ¡Sal de mi Ropero! ¡De inmediato!  —dijo Panchito furioso.
Adriana salió de un brinco feliz por la broma que le había gastado a su hermano.
—Penzaste  que no eztaba.  Jajaja, soy fadbuloza ecodiendome —dijo Adriana Feliz.  Mientras le enseñaba dichosa, sus blancos dientes a su hermano mayor.
—No pienses que por mostrarme tu linda sonrisa dejaras de ser mi principal sospechosa —le dijo suspicaz Panchito a su hermana,  mientras la tomaba en brazos,  y sentaba en la pequeña silla de colores en las que siempre jugaban a tomar el té.
Acomodó la silla,  movió la mesa,  y colocó la fuerte luz de la lámpara del velador apuntando hacia el rostro de Adriana.
—¿El 24 de diciembre que estabas haciendo a las 8.00 de la noche? —preguntó como todo un profesional Pancho.
—Estaba en la oba de navidad de la igeshia mennnnnso.  Elamos los pastoles,  ¿no te acueddaz? —dijo burlona Adriana.
—¿Y el 25?
—en casa de los tataz contigo po toto.
—mmmmm. ¿Y ayer viste la esponja amarilla de la mamá?
—Shiiiiiiiii.  La vi cuando ella la teñía en la maño.  ¿Ahola me pedo id?
—Bueno,  pero no puedes salir de la casa sin un permiso especial.  Aún estás dentro de mi lista de sospechosos  —respondió Panchito.
Había vuelto al  punto de partida.  Estaba dando vueltas en círculo,  y el sin resolver.  Decidió entonces que debía ampliar sus fronteras y buscar en el exterior  su próximo sospecho.  Rocky el perro.
Salió corriendo al patio trasero,  y cuál no sería su sorpresa.   Ahí estaba el sospechoso, con las manos en la masa, o mejor dicho con las patas en la esponja.   Panchito decidió entonces, que este era el reto de su vida: “Atrapar al sospechoso y salvar la prueba de sus fauces,  antes que la hiciera desaparecer.   Necesitaba de esa prueba que lo incriminaría como culpable finalmente”.  
Tomó aire y salió como un rayo a luchar con el pobre de Rocky que se encontraba feliz masticando la pequeña esponja amarilla.
—¡Suéltala Rocky! ¡Dame! —decía Panchito mientras se enfrentaba a una lucha cuerpo a cuerpo con el pequeño Basset que tenía por mascota—.  Suelta ya perro.  No seas un pesado.  Dame acá.  No huyas bribón.  No puedes arrancar de la mano de hierro de la ley—gritó Panchito, mientras corría jadeante detrás de Rocky—.  No huyas.  Te atraparé.
De pronto el perro paro en seco cuando vio al gato del vecino paseándose tranquilo por la cerca, soltando la famosa esponja por ir detrás de aquel felino.
Panchito se sentía genial.  Había resuelto el caso.  Había recuperado la esponja. Y ahora iría a recibir el pago por el caso resuelto.  
Sentó a todos en el living,  y se comenzó a pasear de acá para allá como todo un inspector,  hasta que todos estuvieron en silencio.
—Los reuní a todos aquí, por la desaparición de la esponja amarilla.
—¿Cuál desaparición? — dijo el papá.
—El de la esponja amarilla —respondieron todos  al unísono.
—Bueno —dijo Panchito—, hoy temprano se perdió la esponja amarilla.  Yo interrogue a todos los sospechosos.  Mi primer sospechoso fue Efraín, pero luego recordé que él era un adolescente, y por lo tanto, ni siquiera sabía para que servía una esponja amarilla, menos aún iba acercarse a un lavaplatos, por lo que de inmediato lo descarté.  Después interrogue a Adriana, ella era mí principal sospechosa, porque siempre anda tomando las cosas de todos y las deja en cualquier parte, siii,  porque es una entrometida y copuchenta…
—¡Mamáaaa! —Grito molesta Adriana. 
—Panchito, pídele disculpas a tú hermana.
—Disculpa Adriana… Ejem.  Bueno, como les iba diciendo,  mi segunda sospechosa era Adriana, y cuando la interrogué me di cuenta de que era muy pequeña para alcanzar la esponja de la ventana arriba del lavaplatos. No había podido sacar la esponja.   Entonces me dirigí a donde el sospechoso número tres. Rocky el perro.  Cuando lo vi de inmediato supe que él no podría haber sacado la esponja.  Él es tan sólo un cachorro.  ¿Cómo iba a poder llegar  hasta donde la mama la deja siempre?, junto al grifo.  Era imposible. Pero entonces recordé que en la mañana el papá limpió los vidrios de su auto, y debió dejar la esponja afuera, donde casualmente también encontré el jabón para auto.    Y cuando logré que Rocky soltara la esponja pude ver que todavía tenía rastros de tierra.  Así que….Caso cerrado.
—¿Me sacaste la esponja de la loza para lavar los vidrios de tú auto de nuevo Andrés?
—Pero Carlota, mi amor, era una emergencia. 
—Ay,  Andrés ¿cuándo vas a aprender? —Se quejó la mamá— Muy bien Panchito. Te mereces un premio por haber descifrado el caso.  Hoy tendrás doble ración de postre a la cena.
Y Panchito sonrió feliz, porque sabía que el postre de ese día serían panqueques con manjar.




miércoles, 4 de abril de 2018

ORÍGENES PARTE 2


—mmm... ¿risperdal? ... ¿De qué me está hablando? ...  ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?

            —... Javier,  ¿no lo recuerdas?  te lo dije a penas entre en la habitación.  Soy el Dr. Morton. Este es el hospital neuropsiquiatrico, y esta es tú habitación.   Y  de ahora en adelante yo seré tú médico a cargo.

            Dios,  ¿En un psiquiátrico? ¿Qué estoy haciendo en un psiquiátrico?  No lo entiendo, debo estar soñando, otras veces he soñado algo así, ¿no es cierto? Aunque nunca me había parecido  tan real.   Miró atentamente sus manos y contó… ¿Cuántas veces no había hecho lo mismo?  ¿Cuántas veces no había tenido que contar sus dedos para saber si estaba sucediendo realmente?  Cinco dedos.   No…no  puede ser. Tiene que haber un error.  Volvió a mirar.  Aún había  cinco dedos.  Buscó en la habitación y vio la tapa del libro que había sobre la mesilla de noche.  Edgar Allan Poe   ¡Diablos! Podía leer.   Esto no era un sueño lúcido.  Esto era verdad.   Estaba sucediendo realmente, aquí y ahora.    ¿Cómo podía estar pasando? Trató de recordar cómo había llegado, pero estaba completamente en blanco.  Tal vez había perdido el control en la oficina,  y le habían traído hasta aquí.    Pero ¿y el nombre?  Aquí le habían dicho Javier.   Era todo muy extraño.  Debía a notarlo. Necesitaba su libreta.   Allí anotaba todos sus sueños lúcidos antes de comenzar a confundir lo real con lo no real.  Había recurrido a ese truco desde que a los once años le había llegado una paliza por parte de su padre por haber contado a sus amigos acerca de cómo había encontrado unos papelillos en la chaqueta de su hermana, la pobre recibió primero una bofetada antes de poder negarlo todo,  y luego fue llevada a la clínica a un test de drogas.   Cuando su padre comprobó que estaba limpia,  entonces le dio con él, por mentiroso.
  
¿Me pareceré al tal Javier? ¿Por qué estaría encerrado aquí?  ¿Y si me dejan aquí para siempre? No puede ser. No puedo quedarme encerrado aquí.  Yo soy Pablo,  Pablo Gómez, nuevo asistente de AC&C.  Soy Pablo.   Vivo a tan sólo unas cuadras de mi oficina ¿Me habré desmayado y golpeado la cabeza?  A ver,  piensa con calma.  ¿Qué es lo último que recuerdas?  Estaba en el ascensor,  de pronto entró un mensaje y lo leí,  levanté la cabeza,  y luego nada.  Todo….todo  está en blanco.

Miró al médico con curiosidad.  Debía ser cauto con sus palabras y su actitud.  Sabía que aquel médico analizaría cada una de las palabras que salieran de su boca,  y si quería salir pronto de ahí y averiguar qué estaba pasando debía demostrar que estaba bien.

— La verdad es que tengo un poco de sueño, porque no dormí bien anoche,  y me cuesta mantenerme atento.  Disculpe mi curiosidad, pero qué pasó con mi anterior médico.

—La verdad no lo sé.  En la mañana me transfirieron sus pacientes,  y decidí hacerles una visita de cortesía,  presentándome —Miró la hora en su reloj—. Bueno, debo continuar con mi recorrido. Hasta mañana en la consulta. 

La curiosidad carcomía a Pablo.  No lograba comprender nada de lo que le estaba pasando.   ¿Cómo había llegado hasta ese lugar?  ¿Dónde está Javier?    Se levantó de la cama y comenzó a revisar toda la habitación. Un impresionante poster de la película El truco final adornaba las blancas paredes,  junto a él  unas fotografías de paisajes.  Se acercó a ellas, mirándolas detalladamente,   por algunos minutos.  Eran lugares que de alguna forma parecía recordar.  Tenía esa sensación de tener un nombre en la punta de la lengua, sólo que con un recuerdo., algo que sabía estaba ahí en algún lugar de su cabeza pero no sabía cómo poder gatillar para que se asomara.
      
Se dirigió al armario.  Tenía tantas dudas, y  un miedo espantoso a quedar atrapado en ese lugar para siempre. No lograba comprender nada.  Puso su mano en el picaporte mientras el cosquilleo en su estómago empezaba  a asomarse.  Botó el aire que tenía retenido en sus pulmones y abrió la puerta.  En un lado de aquel ropero había mudas de ropa embolsadas y ordenadas pulcramente,  dispuestas por colores,  y tipo de vestimenta.   
Pero eso no era lo más raro de todo,  si no lo que vio a continuación.  
Una decena de cuadernos  llenaban el otro lado del mueble.   Cogió uno de ellos  y se sentó en el suelo para revisarlo.  Comenzó a pasar hojas y hojas de paisajes y animales hasta que llegó ante una imagen que lo miraba con unos ojos familiares.  Al final de la hoja unas pocas palabras y un nombre 
...“Pablo Gómez”.  


viernes, 9 de marzo de 2018

ORIGENES


Miró sus manos ensangrentadas.  El tibio líquido corría por sus dedos manchando su blanca piel, describiendo un sinuoso camino hasta llegar a sus muñecas, coloreando su blanca camisa.  Comenzó a hiperventilar de inmediato  mientras   la gruesa  vena de su cuello ya  latía fuertemente, sintiéndola como un fuerte tum-tum que retumbaba en sus oídos.   Lo sabía. Un ataque de pánico estaba dando inicio y esa opresión en el pecho, que tantas veces antes había sentido y que se le antojaba como que iba a explotar en cualquier segundo no iba a abandonarlo.  Un fuerte grito retumbó en medio de la habitación.   Miró a todos lados.   No había nadie.  ¿Había sido él? 

            Observó sus manos nuevamente.  Nada.  Tan limpias como cuando había ido al baño hace unos segundo atrás.  Ni una gota de sangre.  Ni una mancha, ni siquiera debajo de sus uñas. Su mente le había jugado una mala pasada.   Debía ser efecto del estrés.  Cerró la puerta.  Llevaba poco tiempo en aquel trabajo y quería dar una buena impresión, por eso había hecho  la elección de una camisa blanca.  ¿Por qué no si no?  El blanco era una señal de pulcridad,  de pureza,  de confort.  Y eso era lo que él quería proyectar en otros.   Esa sensación de bienestar que él nunca podría lograr, esa de alivio a la sensación de desespero y de shock emocional que él había tenido hacía unos instantes atrás,  y que sabía pronto volvería a pasar.  Había sido un acierto haberse despertado  con tanta anticipación y podido hacer frente a la crisis que se había desarrollado en su departamento,  y salir tranquilo,  sin que nadie pudiera darse cuenta de lo sucedido.

            Tomo rumbo calle arriba para llegar a su trabajo.  Fue una suerte el que encontrara ese departamentito tan bien ubicado,  en ese tranquilo pasaje, y tan cerca de su trabajo, o tal vez había sido una coincidencia el encontrar un trabajo tan cerca de su hogar.   ¿Quién lo podía decir?  Todo dependía desde qué punto de vista se veían las cosas, y a él le gustaba evaluar todas las hipótesis posibles, porque finalmente todo se reducía a eso,  a las probabilidades,  a la posibilidad de que un hecho finalmente lograra producirse.   ¿Y no era eso la vida finalmente?  Una serie de hechos que se sucedían en cadena  como si estuvieran predestinados a suceder,  como si el destino existiera.  Aunque ciertamente,  a veces la vida lo sorprendía.   ¿Acaso no había pasado eso recién en la mañana?  No le pasaba a él a cada instante.  No.  Para él la vida no era una sucesión de hechos encadenados.   Para él los hechos eran como una maraña de hilos que lo oprimían, que lo hacían suceder o saltar de un lugar a otro,  de una situación a otra, porque eran saltos eso que pasaba con él;  así como los saltos que suceden en la música cuando escuchas un vinilo rayado. Exactamente así era la consecución de hechos en su vida.   Completamente distinto al del común de los seres humanos porque, aunque no lo crean, él sabía que no era igual para los demás sujetos. Así lo había visto. Vio cómo su hermana había crecido tranquilamente, con cada cosa llegando a su tiempo,  de manera ordenada,  secuencial.   En cambio él,  el atraía el caos.  Sí.  Su pensamiento era un constante desorden.  Era como si Loki viviera en su cabeza  y estuviera constantemente haciendo de sus travesuras,  desordenando sus pensamientos,  emociones y sensaciones.

            Un auto tocó la bocina y lo sacó de meditación.  Había llegado, sin darse cuenta.  Era bueno que sus pies  ya conocieran el camino.   Sus meditaciones lo habían absorbido otra vez  y había sido una fortuna que no se pasara de largo.   Corrió para alcanzar el ascensor, alcanzando a entrar de refilón antes de que se cerraran las puertas. Sonaba de fondo la melodía de  Chica de Ipanema. Miró a su alrededor, estaba vacío, algo inusual para esta hora del día.  Debería ir repleto, apenas con espacio para poder respirar. Un mensaje de texto le llegó en ese momento.   Las puertas se abrieron y salió distraído leyendo lo que le había llegado al móvil.   Alzó la vista.   Un cuerpo yacía en el suelo.   Una fuerte explosión lo botó al suelo y  le nubló la vista.  Abrió sus ojos, un grupo de policías armados  habían ingresado  y lo rodeaban.  Sus ojos se cerraron nuevamente,  y la oscuridad lo llenó todo.  

El oficial a cargó  se sentó frente a él y lo observó detenidamente.   Las esposas le apretaban fuertemente. ¿Cuánto rato había estado inconsciente? No recordaba haber llegado a aquel lugar.  Sin embargo, sentía que llevaba horas en aquella  pequeña habitación.  De pronto recordó las películas de acción que tanto le gustaban.  ¿Jugarían con él a policía bueno,  policía malo?  ¿Lo estarían observando detrás del espejo? Se rio por debajo. Era absurdo pensar en eso en ese momento,  cuando lo más posible era que pensaran que él había perpetrado aquel asesinato.  Debía estar más loco de lo que creía.  Respiró hondo, debía enfocarse en lo importante.  Cerró los ojos y trató de recordar… estaba en el living, todo se vía normal, bueno, todo, a excepción del cadáver que había en el suelo.  Recordó la sangre.

Abrió sus ojos.  Un médico lo miraba atentamente.

—¿Dónde estabas Javier? —dijo el doctor Morton— Parecía que te hallabas en otro lugar.  ¿Nuevamente estás teniendo  alucinaciones? No habías dicho nada.   Mmmmmh. Tendremos que ajustar tu dosis de Risperdal,  por lo visto aún no llegamos a la dosis adecuada para que desaparezcan.

viernes, 2 de marzo de 2018

HOLA

Hola nuevamente.  ya estamos a 2 de Marzo,  y ya mas tranquilos ahora que los niños entraron a clases,  por lo que ya hay mas tiempo para poder escribir,  y desarrollar proyectos personales.   Lesd cuento que el libro que esta en proyecto sigue en pentian y pueden colaborar y aportar como mecenas si así lo desean en   https://pentian.com/book/fund/5007#bd


jueves, 15 de febrero de 2018

EXTRACTO DEL DIARIO DE VIDA DE THOMAS (La Conspiracion Delta)



20 de agosto 2015

Alguna vez te has preguntado,  como sería todo si tus decisiones fueran diferentes,  si hubieses obrado de tal o cual manera, si hubieses dicho si en vez de decir no.   Son tantas las preguntas y las posibilidades  de los diferentes caminos que podrían trazarse,  de lo distintos que podrían ser con el camino que seguimos y del que ya no podemos retornar,  o tal vez no queremos retornar.

     Qué habría pasado si  la frase  y si hubiésemos empezado algo o como se yo que esto será para siempre, no se hubiese hecho alguna vez en mi cabeza.  Si no estuviese tan dañado que desconfiara tanto.  Si pudiese sumergirme en una relación y adentrarme sin problemas, dando todo de mí, sin guardarme nada.  Ni un rincón de mi oscura alma. Quitando las máscaras, mostrándome tal cual soy.   ¿No te escandalizarías? Crees que podrías amarme. Amarme por lo que soy.  No por lo que crees que soy.  Con mis demonios. Mi propio infierno,  ese que me llama a ser inapropiado, a ser nefasto,  a quien soy sin tu luz.    

¿No te da miedo que te atraiga a mi oscuridad? ¿Qué te absorba?   ¿Qué robe toda tu inocencia?  Esa que te hace especial,  que tanto me atrae hacia ti, a que me pierda en tus ojos,  en tu mirada.   ¿A qué mis palabras te atrapen?  Así como te atrapo mi juego.  Aunque si lo pienso bien  yo caí en mi juego cuando te invite a participar.   Me venciste en mi propio reino,  donde creí ser  rey y señor.   Y fui vencido limpiamente con tus suaves palabras y tu encanto.   Sí, porque me venciste el primer día que te  hable, cuando cruzamos esas pocas palabras, y tu timidez me cautivo.  Esa timidez que es una gruesa muralla en ti,  pero que cuando uno la logra atravesar se da cuenta de lo genial que eres; porque aunque en ocasiones te muestras totalmente extrovertida, si se te conoce, uno se da cuenta de que también es una parte de tu timidez,  una coraza para que los otros no sepan cómo eres,  para ocultar tu yo más íntimo, ese que casi no muestras a nadie,  sólo a los más cercanos, a aquellos por los que te desvives.  Estoy seguro que si los demás pudiesen verte con los ojos que yo  te miro, tu ni si quiera te habrías fijado en mí. 

Y aunque no lo quiera tengo miedo.   Miedo de que descubras cuanto equipaje tengo conmigo. Cuáles son las circunstancias en las que estoy envuelto y de las que no puedo  desentenderme aunque quisiera. Porque este soy yo. Un enredo de pensamientos y contradicciones, un lío que no puede desenredarse sólo,  que necesita de ti para sentirse completo, de tu presencia  para poder sentirse vivo,  real. De tú intensidad para renovar mi energía. 
Sinceramente no sé que pasa entre nosotros. De alguna forma me has descifrado,  no sé cómo, y no sé por qué.   Tal vez porque somos demasiado  parecidos en el fondo, con el mismo humor y deseos.   Tal vez porque tú también tienes tus propios demonios a los que debes hacer frente.   

Lo único que sé es que  veo tu foto sonriéndome  y me pierdo en tu mirada, en tu enigmática sonrisa, y eso me desconcierta,  porque hacía mucho que no me sentía así; o tal vez nunca antes me había sentido así,  embobado y confuso a la vez.  Atraído y alejado en un instante. 

Es imposible borrarte, quitar tu recuerdo de mi mente, porque vuelves a mi constantemente aunque no te quiera pensar, aunque quisiera eliminarte de mi mente,  alguna palabra o sonido  me hace recordarte,  y es una tortura y un deleite a la vez, porque lo quiera o no, eres una parte de mí. Te has metido debajo de mi piel,  entre conversaciones y tibias miradas,  entre sonrisas y mal entendidos.    Y espero lo imposible, mientras todo grita tu nombre.  

Me sorprende tú intensidad, tú energía.   Tu animo siempre alegre,  pese a las situaciones, pese a los conflictos que puede haber.  La claridad que tienes para pensar frente a la adversidad.  La rapidez de tú boca, y esa forma inquietante de poner frases a medio decir que puedo interpretar de tantas maneras, pero siempre dicen lo exacto.

Si, desconfío porque no quiero sufrir. Porque no quiero ver todo diluirse entre mis dedos.  Porque temo a que abras los ojos y me veas como realmente soy, y te des cuenta de que no tengo pasta si quiera para ser un buen amigo. Pero no puedo alejarte de mí, ya es tarde.  Sé que te necesito, no puedo imaginarme una vida sin ti.  Sin tu sentido del humor, sin tus bromas, sin ver esos ojos que tanto me obsesionan. Sin sentir esas maravillosas mariposas en mi estómago cada vez que te veo.  Y esa intensa necesidad de querer cuidar de ti, por el resto de mis días…”



10 de Octubre 2015

“Creo que nunca en la vida había pasado tanto susto como el de hoy.  Verte así tendida en el suelo,  indefensa, fue una extraña sensación la que se apoderó en mí en ese momento.  Como que si me faltara el aire, y la oscuridad me envolviera de inmediato.  
      
       Hacía mucho que no me sentía así.  Creo que desde que perdí a mi madre.  Nunca más quisiera sentir ese miedo atroz al que me ví hoy enfrentado. Y esa inmensa rabia que más tarde me dio al saber lo que te había ocurrido. Creo que si me encontrara de nuevo con ese hijo de puta,  le arrancaría los brazos, por sólo haber osado tocarte.  

     Si algo te hubiese pasado,  no me lo perdonaría. Estoy tan malditamente jodido por amarte así.   No sé qué voy a hacer si no logro convencerte de que soy bueno para ti.   Pero la verdad es que muy en el fondo sé que no lo soy.  Ese es el problema.  Soy un Cabrón.   Un salvaje.   Aún no has visto lo peor de mí,  y sé que cuando lo veas vas a salir huyendo,  igual como hoy lo hiciste de ese atacante...” 




22 de Diciembre 2015


“Nunca imaginé estar sumergido en algo tan turbio,   el comenzar a leer los diarios de mi padre y darme cuenta de que habían sido amigos con los padres de Annie, es raro. Más aún cuando veo que ambos murieron en trágicas circunstancias.   

Mientras más leo,  más me preocupa las coincidencias con esa sensación de sentirse vigilada que tiene Annie,  el robo de la computadora de su hermano,  el ataque del que fue objeto,  y ahora el nuevo intento de robo de mi departamento.   

Hay algo que nos une.  Sé que el secreto debe estar en esos diarios.  Tal vez ahora que vamos a la casa de Annie para las fiestas, podré encontrar un vínculo.  No quiero hablarles de mis sospechas,  no sin antes tener algunas pruebas.    Tal vez debería hablar primero con Gabriel…”





Les cuento q como no logre juntar mecenas,   acabo la campaña de mi libro.   Pero como la editorial algo de fe me tiene,  empezó una nueva campaña.   Por favor difundan mi libro a ver si logro obtener mecenas.   Gracias     http://pentian.com/book/fund/5007

lunes, 12 de febrero de 2018

De vuelta

Hola queridos blogueros.  Ya de vuelta de vacaciones con las pilas recargadas y con muchas ideas rondando mi cabeza.  Asi que preparence para nuevos cuentos,  escritos, poemas y pensamientos.


viernes, 19 de enero de 2018

REESTRUCTURACIÓN

Queridos lectores  estoy en re estructuración del blog.  Me pondré de llenó a lo de un proyecto que tengo en mente.   así que quitaré varias cosas para que uds. no se distraigan.  Más adelante cuando avance en esos otros proyectos volveré a publicarlos con algunas sorpresas.    Espero les guste.  Lo único que quedará de lo último publicado será nostalgía,  ya que es algo que me pidieron escribiera,  y lo hice con mucho cariño.


GUILLERMINA PAZ

jueves, 18 de enero de 2018

LIBRO



Queridos amigos.   Les cuento que aun estoy esperando lo que pasa  con Pentian.   Para los que no saben que estoy dentro de los elegidos para publicar con ellos bajo su sistema de crowdfunding.    Que significa esto que te publican si hay mecenas dispuestos a correr el riesgo por ti, obteniendo royalties de las ventas.  
    Asi que ahora estoy aqui cruzando los dedos por que  alguien se interece en mi obra y quiera arriesgarse conmigo.

Crucen los dedos por mi.

Les iré contando como va todo.